Mourinho no le planificó el ecosistema perfecto para que luciera. El entrenador blanco prescindió del delantero centro, dejando a Benzema, Adebayor e Higuaín en el banquillo y ubicando a Ronaldo como el jugador más adelantado. Tenía varias cometidos: iniciar la presión del Madrid sobre la salida de balón del Barcelona, y asumir la responsabilidad ofensiva y goleadora. Pero en un partido de ida y vuelta, con mucho juego directo por parte de su equipo, el futbolista pasó desapercibido durante muchas fases del choque.
Cristiano Ronaldo, pese a todo, tuvo varias ocasiones en la primera mitad. Un centro-chut que sacó Mascherano cerca de la línea de gol, un contragolpe que no pudo finalizar por falta de fuelle, y un disparo que flojo que detuvo Pinto sin problemas. Los minutos pasaban y el gol no llegaba. La mala racha de no marcar al Barcelona se rompió el sábado, pero por momentos pareció regresar.
El ex del Manchester, muy frustrado y molesto por la escasa presencia que tenía en la final, fue fiel a sí mismo y dejó algunos detalles técnicos que los aficionados culés le recriminaron. Un control, una bicicleta, y una nueva “espaldinha” (y “hombrinha”, ya que la tocó con el hombro) que originó el cabezazo al poste de Pepe, la ocasión más clara del Real Madrid.
Con la entrada de Adebayor, que sustituyó a Özil, Ronaldo se vio liberado de pelearse con los centrales y se escoró en la banda. Desde ahí intentó sorprender a la zaga blaugrana, pero terminó, en muchas ocasiones, desconectado del juego. En una de sus acometidas en solitario perdió el balón ante Dani Alves, y, algo pocas veces visto esta temporada, se ganó la ‘bronca’ de Mourinho por no bajar y ayudar en defensa.
En la prórroga decidió la Copa en sus botas
Mediada la primera parte del tiempo extra, Ronaldo tuvo una primera ocasión para sentenciar el partido. Una recuperación en el centro del campo originó un contragolpe de los blancos que dirigió Xabi Alonso. El tolosarra metió un pase de más de treinta metros, en profundidad, entre los centrales del Barcelona, al que llegó el luso. Cargó la pierna y disparó, pero cruzó demasiado el tiro y se marchó junto al poste de Pinto.
Harto de no cuajar una gran actuación en los partidos importantes, nervioso y enfadado por ver cómo se iban los minutos y su gol no llegaba, Ronaldo se concienció para no desfallecer. Finalmente, logró su premio, logró ver puerta, logró lo que lleva buscando desde que firmó con el Real Madrid: levantar un título y ser el “culpable”, ser el protagonista. Su cabezazo, tras un centro espectacular de Di María desde la banda izquierda, entierra una temporada y media de frustración, e infringe un golpe a la moral de los azulgrana. Un remate de cabeza que vale una Copa del Rey.