BUENOS AIRES -- Empezaré por David Ferrer, un jugador que me encanta por su impecable actitud y lucha permanente, pero que el martes, cuando servía 4-1 en el tie-break del quinto set, y después de lo que había visto en el transcurso del partido (estuvo dos sets arriba y luego break arriba en el 5°), empecé a temer que su momento más difícil comenzaba precisamente ahí, cuando tenía todo a su favor para cerrar el partido.
Y lamentablemente así fue, porque a David le cuesta mucho ir arriba en el marcador y, por si esto fuera poco, enfrente tenía a un jugador que no sabe lo que es "cuidar la pelota".
Verdasco siguió tirando "misiles", como si estuviera jugando el primer game del partido, y ayudado por el miedo escénico y la presión de ir arriba de Ferrer, que muestra su mayor debilidad en este escenario, se llevó un encuentro de más de cuatro horas y media, que terminó con un punto que dice muchísimo del nivel físico de Verdasco.
Algo muy parecido sucedió en el partido entre Stosur y Clijsters, donde no pararon de quebrarse una a la otra, y llama la atención, sobre todo por Samantha, quien tiene en el saque su mejor arma, pero el martes la presión de mantener su break de ventaja en los tres sets del partido fue más fuerte que ella y terminó cediendo, no ante el juego de Clijsters, si no ante su experiencia, inteligencia y frialdad cuando el partido "ardía".
Desde el punto de vista del jugador, en la cancha, manejar la presión de "cerrar" el partido, como se suele decir, es todo un tema, sobre todo a nivel psicológico, porque la ansiedad y la presión alcanzan su máxima expresión en esos instantes del partido, y manejarlo les aseguro que no es nada fácil.
Tengan en cuenta que estamos hablando de los mejores jugadores del mundo, con muchísimas variables de juego, con una fuerza mental muy alta y entrenada por psicólogos, y en algunas situaciones nada alcanza para mantener la claridad mental y, en especial, la soltura en el brazo y la mano para ejecutar los golpes de la forma en que se debe para no errar.